lunes, 5 de junio de 2017

Damos vida a nuestro "mundo"


Hace unas semanas tuve la suerte de participar en un Encuentro educativo en el Museo Ruso de San Petersburgo de Málaga, organizado por la Asociación Equilibrio Compartido,(aquí podéis ver más sobre la sesión a la que me refiero) y en la que los que asistimos pudimos dialogar y reflexionar sobre el papel del arte en la escuela y la implicación que un museo puede tener en los centros educativos, y viceversa. 

De este día metí en la "mochila" muchas ideas que, poco a poco, integraré en el aula. Os dejo en las siguientes líneas una de las actividades de las que nos hablaron en el museo y que he adaptado a la realidad de mi aula. 

Todo empezó con esta foto.
Hoy comencé la jornada pidiéndoles a los niños y niñas que, con el material que teníamos en clase para trabajar con la plastilina, crearan cualquier cosa que hablara de ellos mismos, dicho en su lenguaje "haced algo que cuando el resto de compañeros lo vea sepa quién lo ha hecho". De esta forma comenzamos la construcción de una instalación que tendría como fin el fomento y desarrollo de la creatividad visual y lingüística. 


Una vez que habían creado sus personajes, objetos, etc., tocaba usar el material que normalmente se encuentra en el rincón de la construcción para crear la instalación. Mientras lo hacían algunos comenzaron a decir: "¡es un mundo!"; lo que no sabían era que su mundo iba a cobrar vida y nos iba a contar una historia.




Cuando decidieron que ya habían construido su mundo, tocaba seguir creando con lo que ellos llaman "imaginación" (lo suelen decir señalándose la cabeza). Les conté que ahora tocaba contar una historia usando su imaginación y su creatividad. Para comenzar usamos los Story Cubes, que tanto nos han ayudado en actividades anteriores. La encargada tiró los tres dados que eligió y comenzó la historia que, poco a poco, y entre todos, han creado. 



Ya estaba todo preparado, pero antes de comenzar teníamos que apagar la luces.

Ademas de usar el móvil como linterna, utilizamos tres leds de diferentes colores, para hacer mas viva la experiencia.
La dinámica era sencilla, la encargada iba moviendo el móvil por las instalación y el resto de compañeros iba relatando lo que veía. Nuestro mundo comenzaba a cobrar vida.


Todos los elementos de la instalación cobraban vida en nuestra imaginación y en la realidad que veíamos.

Comienza a despegar la nave hacia Jupiter.

Lo que parece una piruleta (debajo de la escultura de la Sirenita) es la fuente mágica de nuestra historia.

Mientras la encargada movía la linterna todo cobraba vida, pero también sentido, y su historia iba encajando poco a poco.

La nave espacial.
Al final pudieron jugar, y seguir usando su imaginación, con un mundo creado entre todos de forma cooperativa y creativa.


Es difícil imaginar como algo inerte puede cobrar vida en la imaginación de un niño o niña de 4 años, por eso no sólo os dejo la historia que hemos creado, sino también un pequeño vídeo donde podéis vivenciar con ellos como la luz, y nuestra creatividad, da vida a nuestros mundos. En el momento del vídeo dejamos durante un momento de crear la historia porque quería que vieseis lo emocionados que estaban con la actividad, luego retomamos y seguimos nuestra aventura. Para ver más fotos pinchad aquí. 

No os perdáis cómo uno de los pequeños hace el sonido de una nave espacial despegando cada vez que parece que despega, no sé quién lo hacia, pero arte tiene, jeje (si no encontráis la nave volando preguntad a vuestros hijos donde esta, aunque creo que queda claro).



EL LIBRO MÁGICO

Había una vez un hombre que estaba leyendo un libro de miedo y una flecha le pinchó en el culo. La flecha venía de un pingüino que estaba en una nave espacial con muchos alienígenas. El pingüino era el jefe.

Los alienígenas bajaron de la nave espacial, cogieron el hombre y a muchos animales para llevárselos a su planeta. Pero los animales no querían y lucharon con sus amigos los dinosaurios con su nave espacial. 

El hombre, que le pinchó la flecha en el culo, era un astronauta y se los llevó a todos, a los alienígenas, a los dinosaurios y a los animales a Marte para convertirlos en buenos, como al dragón [se refieren a un dragón de otra de nuestras aventuras]. Pero luego decidió mejor llevárselos a Júpiter.

Cuando llegaron a Júpiter salieron muchos robots, que eran buenos, y empezaron a caer meteoritos. ¡Alerta roja! ¡alerta roja!

Todos salieron corriendo y llegaron a una fuente del planeta que era mágica. La fuente echó agua mágica y el pingüino, los alienígenas y todos los demás se volvieron buenos. Los robots gigantes de Júpiter rompieron los meteoritos con mucha fuerza, aunque eran muy duros. 

Al final el hombre volvió a leer su libro mágico e hicieron una fiesta todos juntos en la selva de Júpiter.

[Llegado a este punto algunos de los pequeños decían que la historia no había terminado, que el libro era mágico, engullía al hombre y lo metía en otro mundo, pero eso será otra historia... supongo].

2 comentarios:

  1. Nosotros hemos disfrutado de varios de los talleres organizados por el Museo Ruso y es todo un lujo. Jose Manuel presenta unas actividades que atrapan a niños y mayores

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  2. La verdad es que tiene muchos, e interesantes, recursos, para trabajar con familias y con centros escolares. Sin duda le seguiré la pista.

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Gracias por comentar.

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